miércoles, 6 de noviembre de 2013

USTED Y YO NO HEMOS SIDO PRESENTADOS...



Jovencito: 

Usted y yo nunca fuimos presentados, pero tengo la esperanza de que me conozca, aunque ya  nos hemos visto. Voy a darle un dato: yo soy ese tipo despeinado, que alguna vez vió y cruzo miradas... y algunas o podría decir muchas sonrisas. ¿Me reconoce ahora? Como quizá se haya dado cuenta, hace varios meses que lo vengo mirando. Primero con envidia porque usted estaba sentado y yo en cambio casi muerto por que  llegaba de trabajar. Después con curiosidad, porque, claro, usted no es como las otros (eso se nota a leguas): es bastante más lindo - creo no solo por fuera - . Y por último con creciente interés porque creo modestamente que usted puede ser mi solución y yo la suya. Paso a explicarme. 

Antes que nada, voy a pedirle encarecidamente que no se ofenda, porque así no vale. Voy a expresarme con franqueza y chau. Usted no necesita que le aclare que no soy lo que se dice un churro, así como yo no necesito que Ud. Me diga que no es Mr. Universo. Los dos sabemos lo que somos ¿verdad? ¡Fenómenal! Así quería empezar. Bueno, no se preocupe por eso. Si bien yo llevo la ventaja de que existe un refrán que dice: «El hombre es como el oso, cuanto más feo más hermoso» y usted en cambio la desventaja de otro, <<El chico de la sonrisa bonita>> , fíjese sin embargo que mi cara de pollo mojado hubiera sido un fracaso en cualquier época y en cambio su linda manera de existir hubiera podido tener en otros tiempos un considerable prestigio. Pero hoy en día el mundo está regido por factores económicos, y la belleza también. Cualquier tipo perchento se viste con menos plata que usted, y en ésta, créame, la razón de que los hombres los prefieran.

Claro que también el cine tiene su influencia, ya que Hollywood ha gustado siempre de los de sonrisa hermosa como la de Usted, pero ahora, con la pantalla ancha, quizá llegue una oportunidad para sus colegas. Si le voy a ser recontrafranco, le confesaré que a mí también me gustan; tienen no sé qué cosa viboresca y fatigosa, esa magia que contagia... ese no se que  que a uno le pone de buen humor y en primavera lo hace sentirse alegre (de verdad espero que no solo en primavera). Pero, ya que estamos en tren de confidencias, le diré que algunos me largan al medio, no les caigo bien. 

Dicen que el que la sigue la consigue, pero usted y yo la hemos seguido y aun no hemos iniciado nada como para decir que no la hemos conseguido. Así que he llegado a la conclusión de que quizá usted me convenga y viceversa. ¿No le tiene miedo a una vejez solitaria? ¿No siente pánico cuando se imagina con treinta años más de gobiernos batllistas, mirándose al espejo y reconociendo su misma sonrisa pero solo?,  ¿No sería mejor que para esa época estuviéramos uno junto al otro, leyéndonos los avisos económicos o jugando a llenar un pupiletras? Yo creo sinceramente que a usted le conviene aprovechar su juventud, de la cual está jugando ahora el último alargue. No le ofrezco pasión - o quizás si -, pero le prometo llevarlo una vez por semana al cine para que usted no descuide esa zona de su psiquis. No le ofrezco una holgada posición económica, pero mis medios no son tan reducidos como para no permitirnos interesantes domingos en la playa o en el Parque. 
No le ofrezco una vasta cultura pero sí una atenta lectura de Selecciones, que hoy en día sustituye a aquélla con apreciable ventaja. Poseo además especiales conocimientos en fotografía y de magia y cosas raras (que son mi hobby) y en el caso de que a usted le interese estos rubros, le prometo que tendremos al respecto amenísimas conversaciones. ¿Y usted qué me ofrece,  Me gustaría tanto saber algo de su vida interior, de sus aspiraciones. He observado que le gusta leer, y le gusta mucho estar con su familia, de modo que en el aspecto de su inquietud espiritual, estoy tranquilo. Pero, ¿qué más? No sé por qué, pero tengo la impresión de que vamos a congeniar admirablemente.


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